PROLOGO:
La vida misma nos da
sabiduría y se logra con todas las experiencias que vivimos, siendo así, las
personas que son privilegiadas en vivir muchos años y mantienen la lucidez
mental, son muy sabios, por todo lo que han vivido, lo acumulado, lo experimentado.
Cada persona en las
condiciones que le ha tocado vivir desarrolla experiencia y es sorprendente la
habilidad y capacidad humana, por ejemplo: Las niñas y niños necesitados
desarrollan más temprano las habilidades que aquellos que lo tienen todo.
La Iglesia Luterana
Salvadoreña recibió en los años 80 el llamado de Dios, atendiendo a las
familias sufridas víctimas de la guerra civil en El Salvador. Eran familias campesinas, trabajadoras, honradas,
con una pobreza digna; es decir, lograban obtener lo necesario para la vida, en
comer, vestir, todo lo básico de las necesidades en sus ranchos y algunos en
sus casas grandes.
Eran relativamente
felices, pero tenían la preocupación que en el país reinaba la injusticia y los
pobres no tenían esperanzas para cambiar sus vidas y vivir mejor.
Por un futuro mejor
y a causa de la injusticia explotadora y opresora, se organizaron en los grupos
revolucionarios y se lanzaron a la lucha.
Tenían que abandonar sus casas para proteger sus vidas. Otros habían
sido masacrados, familias enteras habían sido asesinadas, los ancianos, los
niños y las madres huían por los montes, soportando hambre, sed y falta de
todo, ellos oraban, clamaban a Dios y el clamor llego a la iglesia, la Iglesia
Luterana Salvadoreña.
El pastor junto con
hermanos y hermanas, en la Iglesia respondieron a Dios, diciendo “Eme aquí
Señor” y todos dijimos, “HEMOS ESCUCHADO
EL CLAMOR DE MI PUEBLO”. Y así comenzó una historia de “Fe y Esperanza”.
Damos testimonio del
amor de Dios. Dios nos entregó todo lo necesario, hasta un espíritu de
valentía, sabiduría, de mucho amor y de solidaridad, se fundó un hogar que se
llamó al igual que la experiencia vivida y sentida “FE Y ESPERANZA”.
Una comunidad
similar a las comunidades del cristianismo primitivo, todas las cosas se tenían
en común, fue un hogar con los problemas normales de los humanos, pero allí
vibró en especial la gracia de Dios, porque resplandecía una gran fe y una
esperanza para el futuro.
Ahora los frutos
están muy vivos, hay una generación de infantes de ese hogar, que ahora
convertidos en adultos, no quieren que aquellos testimonios y toda esa historia
de fe, vida y esperanza, se pierda.
Esos testimonios son
valiosos, son necesarios para las mismas familias que vivieron allí, para la
organización Farabundo Martí para la Liberación Nacional, para el pueblo
salvadoreño y sobre todo para la iglesia.
Medardo E. Gómez
Obispo - Iglesia Luterana
Salvadoreña